Los dinosaurios
¿Qué es una icnita?
Los dinosaurios fueron los reyes absolutos de la fauna terrestre durante aproximadamente 170 millones de años. Aparecieron hace 245 millones de años y se extinguieron hace 65 millones de años, en el período geológico llamado Mesozoico. Un período difícil de imaginar para el ser humano, pero relativamente pequeños si lo comparamos con los más de 3.200 millones de año de nuestro querido planeta Tierra. De los tres períodos en los que se divide el Mesozoico (Triásico, Jurásico y Cretácico), probablemente fue durante el Jurásico cuando encontraron su mayor desarrollo. A finales del Cretácico, los dinosaurios se extinguieron bruscamente, probablemente por cambios en su entorno al que no fueron capaces de adaptarse. Las causas de su desaparición no se conocen: ¿Un gran meteorito que impacto contra la Tierra? ¿Una actividad volcánica generalizada que destrozó el medio natural? ¿Un brusco cambio en el clima del planeta? Hoy en día, no estamos seguros de lo que pasó en realidad pero sí nos dejaron vestigios de su existencia. Sus huellas – las icnitias – delatan su paso por el mundo y, en España, hay numerosas icnitas que permiten acercarse a estos seres a través de una simple huella que, por azar del destino, logró fosilizarse y perdurar hasta nuestros días. El Sistema Ibérico, en las provincias de Burgos, Soria y Logroño, cuentan con números restos de huellas de dinosaurios que invitamos a todos a descubrir a través de unas rutas turísticas.
¿Qué es una icnita?
La icnita es la huella de un dinosaurio que ha llegado hasta nuestros días. Para que se forme una icnita, es necesario que se den una serie de circunstancias muy especiales que demuestran la abundancia de estos seres en nuestro planeta durante miles de millones de años, ya que no deja de ser una casualidad que llegue hasta nuestros días estos restos.
En primer lugar, el dinosaurio debe pisar sobre un suelo húmedo, por eso la abundancia de icnitas en un lugar nos indican la presencia de ríos, lagos, deltas o mares en esa zona. Sobre esa huella húmeda, el viento y el sol secan el terreno, lo endurecen y comienza, poco a poco, a depositarse diferentes sedimentos que preservan esa huella y la entierran en el subsuelo. Esa huella queda oculta de la superficie y se conserva bajo unas condiciones de presión y temperatura idóneas que hacen que la huella se endurezca y se convierta en roca. Diversos procesos tectónicos y la propia erosión del suelo hacen que la icnita aflore a la superficie y pueda ser contemplada por todos nosotros.