Eudald Carbonell (Ribes de Freser, Girona, 1953) reconoce que su último proyecto ha sido uno de los más complicados. Más difícil que escribir un artículo en una revista científica sobre los secretos que todavía guarda Atapuerca, ha sido explicar a los más pequeños qué es eso de la evolución humana. Carbonell ha contado con la ayuda de Pilarín Bayés para dar forma a "La aventura de la vida" (La Galera) y explicar de forma sencilla millones de años de historia de la humanidad. Y lo hace montado en el "Beagle" de Charles Darwin.
- ¿Qué ha sido lo más complicado del libro?
Es muy difícil escribir literatura infantil y es muy complicado reducir la evolución del ser humano en 21 capítulos para que los niños de 6 años sepan de dónde venimos.
- Los científicos están acostumbrados a un lenguaje distinto al del resto de la sociedad.
El lenguaje lo cambias, pero un texto infantil tiene que tener la misma verdad que un libro para adultos.
- ¿Tenía claros los capítulos que conforman el libro?
Sí, sabía qué debía explicar y qué podía dejar en el tintero.
- ¿Qué ha aprendido con su elaboración?
Que si no comunicamos la evolución humana a los niños nuestra especie está en peligro. Parece muy pomposo, pero lo digo totalmente en serio. Los niños tienen que aprender que la evolución humana es un proceso, no un dogma, que somos una mota de polvo en el universo, pero una mota de polvo con orgullo.
- ¿La ciencia está relegada en el mundo educativo?
Si continuamos educando tan mal, nuestra especie tendrá un mal futuro. Con este tipo de libros la gente menuda puede entrar en la ciencia. Lo que hacemos es enseñar, no profundizar. Ya están las redes para que el niño que quiera investigue. No es necesario cargar con mucho conocimiento empírico a los niños, sino motivarlos para convertir a la ciencia en algo divertido. Que el niño entienda que la ciencia tiene color y es divertida. En Atapuerca hemos estado toda la vida intentando explicar esto. Ha sido uno de los ejes fundamentales: una ciencia de primera división, una sociabilización para llegar a la gente contando la verdad, pero de forma que lo comprenda, y por supuesto, una cadena con másters y doctorados que está siendo un éxito muy importante. Porque la ciencia es una forma de vivir.
- ¿Valoramos la ciencia nacional o pensamos aun que lo de fuera es mejor?
Creo que esa frontera se se va difuminando porque una generación de la posguerra nos decidimos a hacerlo. Estamos en el camino para que los jóvenes que vengan ahora, mucho más preparados, lo hagan.
- ¿Qué salud tiene Atapuerca?
Habremos descubierto el uno por mil de lo que hay en Atapuerca. Trescientas generaciones pueden trabajar en los yacimientos. Hay que perseverar porque a nosotros tres (José María Bermúdez y Juan Luis Arsuaga, los otros dos codirectores) ya nos queda poco para jubilarnos (risas). El año pasado descubrimos una nueva cueva que decidimos limpiar. Era la Cueva Fantasma, una cantera que abandonaron porque se desplomó. Es imporantísima, pero la hemos descubierto cuarenta años después de iniciar las excavaciones. ¿Quién dice que dentro de 40 o 50 años no hallarán otra cosa aun más importante?
- ¿Y le falta algo al proyecto?
A la ciencia siempre le falta de todo y nunca le sobra de nada. Ahí están las investigaciones del cáncer u otras enfermedades. Tenemos altos índices de curación gracias a que se ha investigado mucho con muy poco dinero, si lo comparamos con las brutales inversiones en armamentos. Nuestras prospecciones necesitan gente seria y que se expliquen a la sociedad.
- Insisten mucho en la cercanía de la sociedad y en la calidad de las exposiciones.
Queremos que la gente salga convencida de que ha aprendido algo después de haber visto una exposición. No vale decir he estado en Atapuerca sin haber aprendido nada o experimentado algo. Es imposible mostrar todo lo que tiene un museo. Nosotros habremos expuesto quizás una millonésima parte de las cosas que hemos ido sacando, pero hemos enseñado cosas comprensibles. No es lo mismo un fragmento de maxilar o de frontal que un cráneo completo. Hay que explicar todo con lógica y razonamiento.
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