«Los perros fueron desarticulados, descarnados, sus huesos fracturados y, finalmente, hervidos». Así de explícito se muestra un artículo de la colaboradora del Institut Catalá de Paleoecologia Humana i Evolució Social (Iphes) Patricia Martín publicado en 'Quaternary International' que asegura que, hace entre 7.200 y 3.100 años, los humanos que poblaban la Sierra de Atapuerca incluían en su dieta perro doméstico, gato salvaje, zorro y tejón.Según el informe conocido ayer, tales afirmaciones se han podido documentar a partir de la presencia en los restos de estos animales hallados en el yacimiento burgalés de marcas de corte, evidencias de procesamiento culinario y de mordeduras humanas. Según estas pruebas, los humanos que vivieron en la Cueva El Mirador, en Atapuerca, incluían en su dieta perro doméstico, gato salvaje, zorro y tejón, pese a que señalan que «el consumo de estas especies era muy poco frecuente en Europa continental en aquellos tiempos». El hallazgo se recoge en un artículo publicado en la revista 'Quaternary International', por la investigadora Patricia Martín, colaboradora del Iphes, como firmante principal.
El Mirador fue utilizada como cueva redil, para albergar a los rebaños compuestos, fundamentalmente, por ovicaprinos y ganado bovino, especies que también integraban la base de la dieta de estos homínidos. Sin embargo, otras especies como los pequeños carnívoros mencionados, eran igualmente empleados también para el consumo. Restos óseos que presentaban marcas de corte, evidencias de fracturación antrópica, de procesamiento culinario y de mordeduras humanas han servido de pruebas para argumentar la investigación.
En algunas islas del Mediterráneo, como Chipre, se documenta el consumo de algunas de estas especies ya en el Neolítico, en cambio, se trata de una práctica muy poco frecuente en la Europa continental, señala el estudio. «En El Mirador, los perros fueron desarticulados, descarnados, sus huesos fracturados y, finalmente, hervidos», explica Patricia Martín.
En varios niveles
En el yacimiento de Atapuerca se han observado estas características tanto en los niveles neolíticos como en los de la Edad del Bronce. «Se produce de manera puntual, en distintos episodios, pero tiene continuidad temporal», continúa el informe, que plantea la posibilidad de que esta práctica estuviera relacionada con momentos esporádicos de hambre o escasez, o con una consideración especial de la carne de perro. «Es una de las posibilidades que barajamos -señala Martín-, pero tampoco se puede descartar que en algunos casos el objetivo fuera obtener y aprovechar la piel de estos animales».
La investigadora recuerda que, según datos etnográficos, en algunas culturas asiáticas o entre los bereberes, se considera la carne de perro como una rica fuente de proteínas o como una delicatessen.El consumo de las otras especies referida, en El Mirador era «más limitado» que el de los perros y se documenta, fundamentalmente, en los niveles neolíticos. Los gatos salvajes y los tejones eran hervidos. Dada la dificultad de cazar carnívoros salvajes y el carácter excepcional de su consumo en dicho yacimiento, el artículo plantea la probabilidad de que estos animales hubieran sido capturados de forma accidental y, posteriormente, ingeridos. «No obstante, tampoco se puede descartar la opción de que fueran empleados como una fuente extra de alimento en periodos de escasez», señala Patricia Martin.
DE CERCA
El tejón: Mamífero de la familia de los mustélidos. Vive bajo tierra, en madrigueras que excava con sus fuertes garras delanteras y forma colonias de una docena de ejemplares. Es omnívoro, se alimenta de insectos, invertebrados, miel, fruta, y pequeños mamíferos.
El zorro: Mamífero de la familia de los cánidos. Cazador solitario y astuto. Se alimenta de carne o carroña. Vive en madrigueras excavadas bajo tierra, preferentemente en zonas de mucha vegetación. Amplio territorio de caza.
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